La microestructura estabilizada y el comportamiento de recristalización modificado evitan que nuestro material se vuelva frágil y se produzcan roturas prematuras. Un alto nivel de resistencia a la oxidación es particularmente importante en aplicaciones con una temperatura operativa por encima de 300 °C: La tasa de oxidación del ML es considerablemente más baja que la del molibdeno puro. El ML tiene una estructura de fibras con un grano particularmente fino. Después de la recristalización, el material forma un entramado de fibras discontinuas, es decir, una estructura que consiste de granos alargados y entrelazados. En consecuencia, la temperatura de recristalización es considerablemente más alta que en el caso del molibdeno puro. Nuestros alambres y conexiones de ML se mantienen dúctiles a temperatura ambiente y a temperaturas operativas muy altas.