El tungsteno se encontró por primera vez en la Edad Media en los Montes Metálicos durante la reducción de estaño. Sin embargo, se lo consideraba un elemento residual molesto. El mineral de tungsteno promovió la escorificación en la reducción de estaño, por lo que redujo su rendimiento. Se decía que era un mineral que devoraba el estaño y que lo desgarraba “como el lobo a las ovejas” o que lo contaminaba como “baba de lobo” (Wolfsrahm en alemán). Este último es el epónimo del elemento conocido como tungsteno. El químico Axel Fredrik Cronstedt descubrió en 1752 un mineral pesado al que llamó Tung Sten en sueco, es decir, “piedra pesada”. Tan solo 30 años después, Carl Wilhelm Scheele logró producir el ácido túngstico a partir del mineral. Otros dos años después, los dos asistentes de Scheele, los hermanos Juan Jose y Fausto de Elhuyar, lograron producir tungsteno mediante la reducción del trióxido de tungsteno. Actualmente, se considera a estos hermanos los verdaderos descubridores del tungsteno. Jöns Jakob Berzelius sugirió el nombre Wolframium junto con el símbolo W.
Los yacimientos naturales más importantes del mineral de tungsteno son la wolframita ((Fe/Mn)WO4) y la scheelita (CaWO4). Los mayores yacimientos de tungsteno se encuentran en China, Rusia y EE. UU. También Austria dispone de un depósito de scheelita en la zona de Felbertauern, en Mittersill.
Los minerales de tungsteno descritos tienen, dependiendo del yacimiento, un contenido de WO3 de entre el 0,3 y el 2,5 en porcentaje de peso. Es posible aumentar el contenido de WO3 alrededor de un 60 % triturando, moliendo, flotando y oxidando el mineral. La contaminación restante se elimina principalmente mediante la digestión con sosa cáustica. El wolframato de sodio que se obtiene se convierte en APW (parawolfratato de amonio) con lo que se conoce como extracción de intercambio iónico.
La reducción se realiza bajo hidrógeno a temperaturas de entre 500 y 1000 °C:
WO3 + 3H2 › W + 3H2O